17.7.07

Jorge




Jorge tiene 33 años, es casado y tiene 2 hijos (de 13 y 2 años). Es un hombre que ha logrado sacar a su familia adelante trabajando según los azares que la vida le ha presentado, esos que lo tienen hoy convertido en algo así como un “asistente universal” en una empresa, realizando labores de limpieza, cocina, atención de público y carpintería, lo que compatibiliza con la completación de estudios de enseñanza media desde las 19.30 horas hasta las 23.15 de lunes a viernes… “Es sacrificado, pero vale la pena”.

Nació en un día de otoño, siendo el menor de 6 hermanos de una familia humilde y sencilla. Quizás por nacer en aquella fría estación del año, Jorge conoció desde pequeño los rigores de una vida marcada por las dificultades y el esfuerzo. “A los 9 años empecé a trabajar. Mi papá me llevaba a trabajar con él en un restorant. Juntaba mi plata y le daba a mi mamá… Cuando yo era chico, mi papá se tomaba toda la plata y mi mamá trabajaba puertas adentro. Su plata era para la once, pero no alcanzaba… Yo siempre fui delgado porque me alimentaba muy mal, siempre andaba con hambre... De hecho me acuerdo que tenía un amigo que jugaba conmigo en la plaza y yo le decía que le pidiera pan a su mamá…”

Así llegó su primer día de clases. Jorge recuerda que no tenía ropa para ir al colegio, por lo que su madre “transformó” un chaleco de su hermana: le sacó los botones y lo cosió al medio. Además tenía sólo una camisa. “Una vez se me descosió una manga y como nadie me la podía coser, yo la corté. Y andaba con una sola manga debajo del chaleco, pero nadie se daba cuenta...”
Al advertir su situación, otro niño decidió ayudarlo. “En 2º básico, no me acuerdo porqué, pero siempre esperaba a un compañero en la entrada del colegio, y él, todos los días, sagradamente me llevaba un pan para mi colación…” Jorge hace poco tiempo recordó este episodio y lo conmovió profundamente: “…Lloré mucho… Ahora creo que el debe ser un buen hombre y que Dios lo debe haber premiado por lo que hacía conmigo…”

Considerando que Jorge tenía 5 hermanos y que el dinero nunca era suficiente, mucho de lo que para otras familias es habitual, para ellos no lo fue… “En séptimo básico, cuando tenía 13 años, me celebré mi propio cumpleaños… mandé a hacer una torta, me compré ropa e invité a todos mis compañeros del colegio… Era la primera vez que tenía una torta en frente y pude soplar las velas. En mi casa nunca nadie me había celebrado el cumpleaños…”. Este gesto refleja la lucha de Jorge por tener una mejor vida, lo cual lo llevaría a buscar su independencia tempranamente. “Me fui de mi casa a los 16 años a vivir con una familia amiga… ellos tenían mejor situación y me ayudaron… en la navidad de ese año una de las hijas de la familia me regaló una polera blanca… yo anhelaba tener una polera blanca, porque nunca había tenido una.” Esta familia lo ha acompañado hasta el día de hoy, tanto así que uno de sus integrantes es actualmente su jefe y padrino de su primera hija.

Jorge luego de vivir un año con esta familia, optó por regresar a su hogar, pero esto no fue todo lo feliz que hubiera esperado. “Cuando decidí volver a mi casa, a los 17, mi mamá no estaba muy contenta porque había vuelto, ya que significaba más gastos y menos espacio en la casa”.
Jorge durante toda su adolescencia fue muy bueno para “pololear” “me gustaba un niña y me enamoraba al’tiro”, pero a los 18 años estaba pasando por un momento muy especial en su vida en el que “había decidido no andar con nadie”. Fue en ese momento, y hace 15 años ya, que vio por primera vez a su actual señora. Se encontraba en una presentación de su grupo musical cristiano, en donde él era el baterista. “Ella me llamó la atención al’tiro, y no sé porqué, ya que no andaba tan arreglada, pero igual me llamó la atención”.
La segunda vez que la vio, fue en una reunión de jóvenes cristianos. Tampoco tuvo contacto con ella en esa oportunidad. Luego de eso, Jorge se enfermó y durante una semana no pudo asistir a esas reuniones que le permitirían verla. “Lo bueno es que después me la presentaron y comenzamos a ser amigos”. Ella, en ese tiempo, tenía varios admiradores que le decían que Jorge no era un buen hombre para ella, que no le convenía. A pesar de eso, “nos enamoramos”. Ella estaba en segundo medio y él en primero medio, ya que había repetido sexto básico.
Jorge vivía con sus padres y ella solamente con su madre, su padre había fallecido. “Si hubiese estado vivo el papá de ella, yo no hubiese existido en su vida porque tenían una buena situación económica”. Sin embargo, y “por esas cosas de la vida, ella quedó embarazada al poco tiempo después”, tenían 17 y 19 años. Cuando supieron la noticia, Jorge le dio todo su apoyo y le dijo que estaría con ella siempre, por lo que decidieron casarse de inmediato y formar una familia.
A pesar del rechazo inicial de las familias, el 1 de julio de 1994 se casaron por la iglesia y también por el civil. “Lo único que queríamos era que pasara luego todo ese momento por todo lo que fue y lo que significó”. Para ellos, la situación era muy complicada “porque éramos de la iglesia (Evangélica) y sentimos que le habíamos fallado a Dios”. Sin embargo, toda la comunidad cristiana los acompañó y ayudó en todo lo que podía. “La gente de la iglesia nunca nos dijo nada y siempre dimos la cara y nos ayudaron mucho”.
Jorge y su pareja no tenían nada al momento de casarse. Se casaron con anillos que su hermana les había prestado. “Yo solamente le podía ofrecer una cama, un velador y una cómoda. Eso era todo lo que tenía”. Él pensaba que el mundo era distinto y aún no entendía todo lo que le estaba pasando. “Era muy flojo, nunca le tomé el peso a estar casado, era tan inmaduro y tan irresponsable. Pensé que con un trabajo podía darle todo, podía conseguir una casa. Pero lavaba loza en un restorán y ganaba sólo $62.000 y me di cuenta que no era así. Que con esa plata no podía vivir”. Incluso, Jorge se sentía tan desorientado que “iba todas las semanas donde un amigo para que me orientara, él me ayudaba mucho psicológicamente y me disciplinaba porque estaba muy mal por lo que había pasado”.

Por lo anterior, durante los primeros años, Jorge y su mujer debieron vivir en la casa de ella, en una pequeña pieza. Los dos abandonaron sus estudios en el colegio. Ella nunca trabajó y él trabajaba en un restorán lavando loza y que luego de unos meses, “me dieron la posibilidad de trabajar como garzón y me subieron el sueldo”.

Debido a que no tiene los estudios básicos para desenvolverse en el mundo laboral, muchas veces ha tenido que aceptar cualquier oferta de trabajo que se le presente. La necesidad de tener una fuente de ingresos que le permitan vivir dignamente a él y a su familia lo ha obligado a trabajar en distintos rubros. “Trabajé de chofer de radio-taxi, chofer de camión, fui garzón, barman y mueblista. También estuve a cargo de un pool, de una fuente de soda, animo cumpleaños los fines de semana, etc.” Se extiende de lo anterior, que la cantidad de experiencias crudas que tiene a su haber, son infinitas. “Una vez, trabajé de repartidor de pizza part time, de 12 a 5 de la tarde, pero por la distancia, tenía que salir como a las 11 de mi casa, por lo tanto, no alcanzaba a almorzar. Y los dueños no eran muy dadivosos y no se preocupaban de ese tipo de cosas. Anduve un tiempo sin almorzar ningún día de la semana, hasta que la persona que llenabas las cajas se dio cuenta de eso y todos los días me dejaba entremedio de las cajas de pizzas, un sándwich para que almorzara, porque la plata no me alcanzaba para comprarme algo”.

También, hace 17 años comenzó a trabajar con niños, creando un personaje infantil, el Payaso Yoyito, a través del cual desarrolla “una labor educativa y valórica, participando en muchos eventos de empresas, visitando regiones del país, grabé un cassette y un CD infantil, y ahora voy por el segundo CD que el lanzamiento es a fines de este año”.

Pasaron los años y vinieron nuevos desafíos. Es así como su mujer decidió terminar el colegio de noche. “Luego de 3 años logró sacar su cuarto medio”. Jorge cuenta que se demoró mucho porque tenía muchas inasistencias debido a que tenía que cuidar a su hija.

Un par de años después vendría el gran reto para Jorge y su familia: construir su propio hogar. La inspiración de esto nace a partir de dos hechos que marcarían profundamente a Jorge: “Un día estábamos en una reunión de jóvenes cristianos y la persona que dirigía dijo: ‘hoy Dios va a hacer algo importante con alguien’. No dudé que ese alguien era yo… pasé adelante y no paraba de llorar… sentí y me di cuenta que la pobreza es opcional, porque en cualquier momento uno la puede echar de su vida y se va. La pobreza es un espíritu y ese espíritu tiene que irse… no solamente la pobreza material…” El segundo momento decisivo vendría luego de que un compañero de trabajo del restorán, lo invitara a su casa a compartir con él y su familia. “Yo me sentía igual que él, trabajábamos en lo mismo, ganábamos la misma plata, pero él ya estaba construyendo su propia casa”. Esa era la diferencia. “Pedí un préstamo y comencé a hacer mi propia casa. Nos demoramos tres o cuatro años en terminarla”. Fue una tarea muy larga y de mucho esfuerzo, pero finalmente le pudo dar una casa a su mujer y a su hija. No fue tan fácil como el creyó en algún momento de su vida, pero finalmente lo consiguió.

Considerando que una etapa en sus vidas ya había terminado, Jorge y su mujer querían seguir con sus sueños de formar una familia y decidieron tener otro hijo, al cual ahora podrían ofrecerle mejores posibilidades en su vida.

La mujer de Jorge siempre ha esperado tener más en la vida y surgir a pesar de todo lo que han vivido, por lo que, actualmente, es estudiante de pedagogía con mención en religión evangélica en horario vespertino. Jorge, apoya incondicionalmente a su esposa en este proyecto. “Le doy más de la mitad de mi sueldo a mi señora para que estudie”.

Quizás motivado por el ejemplo de su esposa, Jorge ha decidido superarse y luchar contra todos las limitaciones sociales a las que se enfrenta día a día y actualmente se encuentra estudiando en el colegio. “En marzo de este año decidí sacar el colegio. Estoy cursando primero y segundo medio…” El tiempo que se demoró en retomar sus estudios se debe principalmente a miedos e inseguridades que la pobreza alojó en él. “Antes, yo arrancaba del estudio porque pensaba que no me la podía, y quería estudiar cocina para evitar el colegio. Pero ahora, después de conversaciones con amigos que me han ayudado mucho, creo que soy capaz de hacer mucho más por mi vida y por mi familia. Ahora sueño con un futuro mejor y creo que hasta puedo ser profesor, porque me encantan los niños y tengo muy buena relación con ellos”.

Jorge no tiene intención alguna de inspirar pena hacía él con su relato. En cambio, desea que esta historia sirva para que otras personas se den cuenta de que a pesar de las dificultades y tropiezos, siempre se puede torcer el destino. “Hay mucha gente que es pobre porque le gusta ser así y porque tienen ‘mente pobre’. La gente pobre está convencida que así está bien”. Jorge cree en un cambio de mentalidad. “Antes creía que los trabajos que tenía eran importantes para mi vida, ahora no. Ahora sé que son un medio para poder sacar mis estudios, el colegio…y después poder ser un profesional…quiero ser alguien en la vida… me he dado cuenta que hay algo más allá de lo que a mis 33 años había descubierto…creo que ahora ya no hay límites…con el estudio se amplia el horizonte”.

Jorge también entiende que el pasado, la niñez y los vínculos que se desarrollan a lo largo de toda la vida, tienen mucha incidencia en la forma en que las personas nos enfrentamos al mundo. “Quizás todo esto se debe a nuestro pasado, a como vivimos, a las carencias que tuvimos, a las vivencias que tuvimos como familia. Cuando niños, mi señora y yo, fuimos muy marcados, mi señora por la muerte de su padre y yo con un padre alcohólico casi inexistente. Mi infancia fue terrible, pero no me gustaría recordar eso”.

“Lo que me he dado cuenta ahora es que
la familia para un ser humano es lo más importante…
hay muchas familias donde no se entrega amor…
hay muchas familias, pero hay pocos hogares…
en el hogar abunda el amor…
y yo estoy completamente seguro que tengo un hogar…”

4 comentarios:

Anónimo dijo...

muy buenas las historias...
desde distintas circunstancias ambas son un ejemplo de que la lucha por llevar una mejor vida debe ser un camino a seguir...
gracias a ambos por compartir sus relatos y a los de la página por este espacio de reflexión...

Anónimo dijo...

lei la historia de jorge y me parecio interesante y emotiva, espero pongan muchas mas. los felicito.

luis.

Anónimo dijo...

bueno yo lei la historia y me parecio muy interesante ººte felicito jorge tienesuna linda historia y una familia muy bella por lo que nos distes a mostrar

C. Salas C. dijo...

Muy buen relato, casi siempre uno suele escuchar estas historías en personas de mas edad, lo que me alegra es que Jorge a temprana edad se diera cuenta como darle un real sentido a su vida, es lo que todos quisieramos.